El pasado 13 de febrero de 2023 se radicó en la cámara de representantes el proyecto de ley que pretende transformar el sistema de salud en Colombia, tomando distancia de la salud mental como eje prioritario en la gestión pública. Situación que exacerba la incertidumbre en el sector y en los ciudadanos. Porque hay un sistema desfinanciado por hechos de corrupción y un problema de salud pública relegado de la agenda institucional.
Hablemos de salud mental en Colombia
Las consecuencias negativas generadas del conflicto armado, la pandemia, la desocupación laboral y la presión social, han deteriorado el bienestar emocional y psicosocial de la población. El país se está enfermando y la cura planteada hasta el momento es irresoluta.
A finales del año 2023, El Ministerio de Salud revelaba a través de su encuesta nacional que, “El 63,3% de los colombianos declara haber enfrentado algún problema de salud mental”. Mas de la mitad de la población colombiana adolece afecciones mentales que trascienden la individualidad hasta llegar a comunidades enteras. Esta es una realidad que se prolifera en todo el país y fragmenta la percepción de bienestar por el mal manejo de los factores de riesgos.
La salud mental como problema de salud pública, no es incorporada de manera estratégica en la reforma a la salud, la cual no contempla fuertes estrategias intersectoriales en la materia. En Colombia la cara visible del deterioro de la salud mental es el suicidio, “Registrándose el año pasado 1.810 casos, convirtiéndose en la cuarta causa de muerte violenta en el país”, según las cifras suministradas por El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Persiste la tendencia de aumentos en los trastornos mentales y las conducta suicidas, mientras que la cantidad de psiquiatras se minimiza, ampliando las barrera en la promoción, prevención y tratamiento. Actualmente, el país cuenta con “2,5 psiquiatras por cada 100,000 habitantes, muy por debajo de 10 que recomienda la OMS”. Sin duda, la insuficiencia médica afecta la accesibilidad a servicios de salud mental. Por tanto, es apremiante utilizar una reforma a la salud como oportunidad para priorizar la salud mental o de lo contrario, seguirá siendo una propuesta incompleta.
Efectos de la reforma
El proyecto presentado por el Gobierno Nacional ha provocado unos impactos directos en las Entidades Promotoras de Salud (EPS). Durante años su funcionamiento ha tenido inconvenientes en la prestación de servicios. Por tanto, la crisis actual obedece a coyunturas políticas, pero también a años de irregularidades.
La incertidumbre es la realidad actual del sector salud. En ese sentido, los dolientes directos son los ciudadanos que padecen enfermedades crónicas y patologías mentales. Desde hace dos semestres, se evidencia un desabastecimiento de medicamentos vitales para el tratamiento en salud mental. Ante ello, La Asociación Colombiana de Psiquiatría mencionaba que, “Existe una escasez de estabilizadores del ánimo, antidepresivos y antipsicóticos, situación que aumentó el índice de hospitalizaciones, ocasionando grandes costos para el sistema y la sociedad”.
Toda esta situación se debe a la inviabilidad financiera de las EPS, a las liquidaciones e intervenciones que han tenido en los últimos meses. Como resultado, las afectaciones en la asignación temprana de las consultas psicológicas son evidente, dificultando así el acceso a la atención primaria. Una reforma sin salud mental se traduce al desconocimiento de las miles de muertes por esta causa, de vez en cuando visible y a veces olvidada.
Entre lo deseable y lo realizable
La normativa colombiana en salud mental es amplia y se reconocen sus esfuerzos en los procesos de promoción, prevención y sistema de vigilancia epidemiológica. No obstante, es necesario aumentar el presupuesto en salud mental, fortalecer su investigación cientifica, incluirla como prioridad en el sistema preventivo de salud y promover el fortalecimiento de redes de apoyo institucionales.
Es muy acertado que el proyecto de reforma contemplará un enfoque territorial y priorizará las zonas rurales en la atención. Sin embargo, es insuficiente debido al incremento de casos y las dificultades nacionales en accesibilidad a servicios. Se espera que, en el diseño de la nueva reforma a la salud, se ponga en el centro la salud mental desde un enfoque humanizado, preventivo y comunitario porque la vida se cuida entre todos.